miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cuesta abajo

Tengo la fea costumbre de escribir cuando necesito que alguien sepa lo que siento, y no de escribir por el simple hecho de disfrutar haciéndolo.

Nos esforzamos en creer que subir una cuesta a plena luz del Sol de las tres de la tarde o a plena noche cerrada con un frío helador ardiendo en tu cara es mucho más costoso que bajarla...
Por otro lado, nos esforzamos en pensar que ir hacia arriba a gran velocidad es, en cualquier caso, positivo y que caer en picado es totalmente negativo...
¿Cómo es posible que un término tan simple llegue a tener dos significados totalmente contradictorios?

Si bajásemos una cuesta con tacones de aguja seguro que pensaríamos que subirla era mucho más sencillo y si ascendiéramos en algún aspecto de nuestra vida tendríamos miedo a que dejáramos de hacerlo...
Si bajáramos a toda velocidad por una rampa en patines sentiríamos la velocidad del aire que da contra tu boca y pánico por caernos y abrirnos la cabeza y si descendiéramos, por ejemplo, en nuestro trabajo nos aterraría la idea de cobrar menos o ser despedidos... Sentiremos miedo hagamos lo que hagamos...

Entonces... ¿qué debe estar arriba y qué abajo?

NADA

Todo está en una misma línea, todo el Universo, todos los seres se encuentran en paralelo. No hay nada lo suficientemente legítimo que pueda elaborar una escala de valores... 

No existe ninguna razón que te haga pensar que eres inferior, que asciendes o desciendes, que subir duela o que bajar guste, porque el camino de tu vida no es más que una línea cuyos trazos dibujas tu con la subjetividad de tus decisiones... 

Y aunque a veces esa línea se relía demasiado y cuesta deshacer el nudo satisface el haberlo conseguido.

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