domingo, 20 de febrero de 2011

El Pañuelo de Carla

Llegó a las tablas de madera con un cesto de mimbre en el que guardaba la toalla y un libro que le habían regalado hacía tiempo. Se descalzó para comenzar a caminar por la arena mientras buscaba algún lugar tranquilo en el que no escuchara más que su voz al leer entre las líneas de aquellas páginas con las que se podía jugar a una sopa de letras.
Se tumbó junto a las rocas, cerca de los pescadores que salían con la caída del Lorenzo, y comenzó a rebuscar en su bolsa aquel pañuelo blanco que solía liarse por el cuerpo cuando se sentía inspirada...
Se puso a leer mientras los últimos rayos del Sol le deslumbraban en la cara y el olor a Mar se le colaba por la nariz como si se tratara de un perfume que la playa se acabase de rociar.
Leía pero no atendía a una sola palabra. No pudo evitar que su imaginación volara alto, hasta el punto de hacerle competencia al mismísimo Ken Follett. 
Imaginó mundos en los que las personas volábamos y las aves sólo podían caminar, mundos en los que el cielo era la tierra y la tierra era el cielo, lugares en los que los ricos eran pobres y los pobres eran ricos... Se imaginó su vida al revés y por un instante quiso que se hiciera realidad...
Cogió un bolígrafo que siempre tenía guardado en su cesta y nunca utilizaba. La punta estaba seca y al agitarlo se manchó todas las manos de tinta negra, pero le dio igual. Sin pensarlo por un momento se quitó su pañuelo blanco y comenzó a escribir en él todo lo que se le ocurría. Puso el Mundo patas arribas en unos segundos y consiguió descifrar lo que ocurriría si por un instante nos entretuviéramos con el juego del espejo en nuestro día a día. Cuando ya no le quedó más pañuelo para escribir ni más imaginación para hacerlo, firmó con el nombre de Carla, la protagonista del libro que estaba leyendo...
Se puso en pie y dejó que el fino pañuelo se deslizase entre sus manos hasta que el viento se lo llevara consigo, a cualquier parte del Mundo...

No le importaría a quién iría a parar o dónde acabaría, tampoco le importaba lo más mínimo quien lo leyera porque sabía que alguien lo haría...

¿Has imaginado por un instante como sería tu vida si tuvieras menos de lo que tienes ahora?
Quizás necesites encontrar ese pañuelo para averiguarlo...




... y dar gracias porque no sea así...







miércoles, 16 de febrero de 2011

La barca

No sé muy bien por qué, hoy me he despertado y me he puesto a mirar fotos antiguas... De esas que te hacen inclinar la mirada y sostenerte la cabeza con el brazo, de esas que te recuerdan a insignificantes momentos que quieres revivir hasta que dejen de ser mágicos...
Recuerdo ese Verano como si fuera ayer... Un espejismo de risas y calma que se cuela en lo más profundo de mi vista y me hace creer que es real. 

Motivada por alguna especie de fuerza ilusoria he puesto sobre el suelo de mi habitación una sabana azul muy arrugada y me he tumbado en la cama, al borde justo, desafiando la ley de la gravedad. Saqué mi brazo izquierdo y lo dejé caer a desgana mientras cerraba los ojos y trataba de recrear un mundo paralelo...
Mi respiración se convirtió en el murmullo de las olas al romper y los coches que pasaban por la calle sonaban como gaviotas que sobrevuelan el mar... La luz dorada que desprendía la bombilla dio paso al Sol de media tarde que hace rosáceas las paredes de mi cuarto y que ahora son el inmenso cielo... 

La soledad que hay en este sitio se ha transformado en tu compañía, esa que tanto anhelaba... y las lágrimas que dejo escapar de mis ojos se han convertido en saladas gotas que salpican mi barca mientras ésta va desplazándose con el impulso de la corriente...de tu corriente...

lunes, 14 de febrero de 2011

1500 Metros Lisos

Se colocó en la calle de Salida. Del total de atletas que había, él ocupaba el puesto 18. No alcanzaba a ver al primero y temía mirar hacia atrás por si era el último. 
En las gradas de aquel estadio había cientos de ojos que esperaban con atención a que sonara el disparo que marcaría el comienzo de la carrera. 
Estaba nervioso, su respiración se entrecortaba y tenía la mirada perdida en algún lugar del infinito donde sólo veía incertidumbre.
Aquel plomazo sonó ensordecedor en sus oídos y cuando se dio cuenta de que hacía rato que ya todos habían salido, él comenzó a correr, siempre sin querer mirar hacia detrás, siempre con miedo a perder, nunca con valentía para ganar...

Como niebla que se disipa cuando el Sol del mediodía comienza a calentar, los demás participantes comenzaron a desaparecer sin que pudiera darse cuenta. Creyó por un momento que habían llegado a la meta mucho antes, pero rápido advirtió que no era así. De repente, uno detrás de otro comenzaron a retirarse y darle paso  a él... y al que pudiera venir detrás...

Notó cansancio cuando sonó aquella campana para indicar que se trataba de la última vuelta y se le paralizó el corazón cuando escuchó un susurro que le advertía que era el único corredor...

¿Por qué? No quiero llegar a la meta sólo. Quisiera recibir un premio por llegar primero y no por aguantar...

A veces nos creemos que todo lo que nos rodea es una continua competición en la que debemos llegar en primera posición para ganar. Lo que nadie sabe es que sólo gana el que más aguanta... y tú has aguantado lo suficiente como para ser el ÚNICO...

Enhorabuena por conseguirlo...

martes, 8 de febrero de 2011

Please Forgive Me

Por favor, olvídame... No vuelvas al pasado, no vuelvas a recordarme nunca más, no llores más por aquello en lo que me equivoqué ni sonrías por lo que acerté. Por favor, olvídame porque para mi nunca habrás existido...
Pronuncié ésto cuando la última lágrima que derramaba por ti corría aventurada sobre mi mejilla. Una lágrima que al llegar a mis labios y rozar mi lengua me supo amarga, ácida más bien, como auténtico cianuro que mata en segundos.
Te miré a los ojos por última vez y me marché dando media vuelta, huyendo a algún sitio donde leer lo que me quedaba de Marina, algún lugar donde estuviera lloviendo e hiciera mucho frío para poder esperar sentada a que pasara la tormenta y regresar a por ti.

   ...   

Hola, ¿cómo estás? Me llamo Carmen pero eso da igual. Me gusta bailar, hacer voleibol, cantar mal,  soñar y después despertar, saltar y hacer retratos de las personas que me importan. Mi armario tiene pintado lunares de colores por mí y suelo ser muy nerviosa, además de mil cosas más que no cabrían aquí ¿Tú como eres? ¿Cómo te llamas? ¿Sabes qué? Me da igual...

No es fácil olvidarse del pasado. A veces sentimos que nos persigue y nos echa su aliento en la nuca. Pero no es real... los pasos que hemos dado hasta hoy hacen que se esfume y con él, todos sus recuerdos...

¿Podemos volver a empezar?